Helena Producciones* Quiénes son Helena* CV *

Cali
Oscar A. Becerra

Al caminar por las calles aún se respira el miedo, la sensación de fatalidad eminente que en cualquier momento nos arrancará de la acera y nos estrellará contra las paredes, esas mismas calles que antes traían el recuerdo de un poema o de una mística inspiración intoxicante, ahora no nos pueden decir nada.

Parece ser entonces que las fuerzas se han equilibrado, de una época de rebosante creatividad, de efervescencia juvenil que capturaba las musas al vuelo y las plasmaba por donde podía (aún se pueden encontrar en algunas piezas de la ciudad personajes de esta época de inocencia bacana), degenerando en una próspera violencia que nos dejó con una ciudad traumatizada, asustada e impedida para poner un píe por fuera de la seguridad de el hogar al caer la noche. La memoria reciente de este conglomerado de individuos está marcada por dos elementos disímiles, pero la creatividad sigue siendo una constante aunque no sea fácil de hubicar, nadie discute la gran imaginación y el espíritu libre de las personas que se preocuparon por dejar un testimonio de su entorno y que lo hicieron valiéndose de todos los medios a su disposición, pero también se pueden ver las mismas fuerzas imaginativas en el bando posterior logrando una gran acumulación de capital de las formas más diversas y siendo capaces de mantener a la ciudad a su merced con los recursos creativos que más le favorecían. Así como se necesitó de una gran sevicia y de un corazón sin remordimientos, también fue necesario un derrame creativo para encontrar los actos atroces que mas pudieran atolondrar los sentidos de una ciudad. Llenar un carro con explosivos suficientes para mandar a mejor vida a toda una cuadra no sería totalmente eficaz, además si lo llenáramos hasta el copete con tornillos, tuercas, pedazos de lata y cualquier elemento que a la hora de la gran explosión pudiera cercenar la carne a el mayor número de transeuntes, dejando en los muros cercanos el grafitti más efectivo, que hasta el mayor analfabeta podría leer. Escrito en sanscrito con pedazos de pellejo , dientes y organos diversos de los inocentes que nada tenían que ver, que no tenían velas en ese entierro pero que les faltaron para su propia velación, esa es una manera bastyante creativa de atemorizar , tanto aún que todavía un transformador que explota nos llena del miedo morboso de una bomba,pero para poner las cosas en un tono peor, recientemente no son los transformadores los que explotan, sino que nuevamente son seres humanos los que están dejando pedazos, o toda su anatomía, pegada de las paredes y haciendo imperativa una nueva capa de pintura. Pero de los cerros baja la brisa, esa inconfundible brisa caleña que disipa todo el humo y nos recuerda que aun por ahí habitan las musas y que aunque traiga en su interior un fuerte olor a bazuco sigue limpiando a la ciudad de los malos recuerdos y nos hace mirar hacia los farallones y recordar que fue ella la misma que sacudía los cabellos largos de los soñadores, que continúa soplando y elevando las cometas de nuestras próximas generaciones para las cuales deberíamos dejar las paredes sin pintar, a ver que pueden leer ellos en esta ciudad, que continúa siendo muy creativa y recursiva, que vive con su pasado en el futuro envotada, aun atemorizada, pero todavía viva y caminable.