A partir de la convocatoria nacional para la edición 2019 de Artecámara, Helena Producciones tuvo la oportunidad de ser jurado de selección y, al mismo tiempo, testigo de una amplia cantidad de propuestas que confirman el posicionamiento de este evento como una plataforma relevante de reflexión sobre el arte emergente que se produce en Colombia. Este potencial nos impulsó a asumir como pauta de nuestras decisiones el tono, el nervio y la medula de los artistas y así construir la visión panorámica de un estado de asuntos, que en común convocan los intereses de los artistas de esta generación. Es claro que Artecámara es el espacio para un mercado emergente y juvenil; el límite de edad para participar son los 40 años, edad que demarca en Colombia (aunque no en otros lados) un campo de "arte joven".
Si bien encontramos en la suma de todos estos trabajos unas constantes, también nos vimos de frente con algunos asuntos divergentes que permiten, desde el contraste, acercarse y relacionarse con los problemas y preocupaciones propias de la generación señalada en esta selección, así como a la realidad situada que abordan.
Este país relativamente grande —con una población aproximada de 45.5 millones de habitantes, ubicado en el extremo norte de América del Sur, que goza de una ubicación privilegiada con costas en dos océanos, y una vasta riqueza de recursos naturales y diversidad topográfica y cultural, que paradójicamente son causa y hacen parte de una realidad amarga de conflictos locales y globales que se están agudizando— es el escenario de referencia desde donde se generan la mayoría de las propuestas. Tanto las recibidas como las seleccionadas transitan entre la evasión desenfrenada y la incertidumbre de un mundo gobernado por un indescifrable sistema que en diversos y fundamentales aspectos le ha dado la espalda al futuro.
Del por qué los venenos son amargos
Nuevas cifras, recientemente publicadas, testifican el creciente descontento y desesperanza de la población con las situaciones actuales. Los jóvenes, para quienes está dirigida esta convocatoria, no son la excepción. Sin embargo, la bandera de entusiasmo, rebelión y transformación que se pensaría portan los jóvenes, se ve abatida por una panorámica de derrota y pesimismo que refleja la situación general, que además pronostica un porvenir con más inconvenientes que beneficios originados por un sistema que promete más que lo que está dispuesto a cumplir.
Esta curaduría refleja de cierta manera las huellas de la situación no solo de este país, sino de una sociedad global que no ha logrado superar sus dificultades. Entre el flagrante fenómeno de la corrupción, la desigualdad en la distribución del dinero, el saqueo, la explotación de recursos humanos y culturales, la destrucción paulatina del medio ambiente y el crimen y el conflicto armado, se debate un ambiente donde pesa el miedo y su distorsión aún en las ciudades, reductos de una supuesta seguridad. El escenario de una sociedad con síntomas de amnesia, aislamiento, enajenación, explotación, depredación, saqueo, indiferencia e insensatez puede generar altas posibilidades para retrotraernos a décadas de violencia insufrible.
La causa de que esta selección aborde asuntos tan localizados y en algunos casos tan catastróficos, descansa probablemente en los diversos factores que han alimentado históricamente nuestros conflictos. Al introducir, cada cierto tiempo, estrategias y políticas de pretendido interés general que se concentran en transformar la forma y desconocer el fondo, esos factores se fortalecen y mutan a nuevos y agresivos fenómenos que alteran el presente. Las alternativas que aparentemente avanzaban a mejorar la calidad de vida no dan resultado y aquello que se creía superado, regresa con más fuerza e inclemencia, suscitando miedo, desengaño y desilusión. La causalidad de la incertidumbre por un futuro que se plantea sombrío, es compleja y promueve diversas reacciones ante problemas nacionales que no son ajenos a los globales. Exige que se la contemple desde los diversos puntos de acercamiento que han planteado los artistas.
Lo que resulta de toda esa revisión y selección de trabajos es un panorama en el que se cruzan un paisaje rural y urbano desolado y el mental: la espera, la distancia, las diferentes tradiciones, el uso de las tecnologías, y las ficciones que tratan de alcanzar cierto paisaje, pero dan cuenta de la ausencia, de los saqueos y de las faltas. Todo esto desde un tono muy específico de baja intensidad, quizá un poco desesperanzador, pero a la vez tranquilo y recogido, muchas veces siniestro. Muchos trabajos han sido producidos en Colombia en los últimos dos años y hay otros que miran a Colombia desde la distancia.
Amnesia
Por siempre jamás de Sonia Rojas revela, desde un contexto remoto, la transitoriedad de la memoria. Mediante una metáfora directa, intenta recrear, a partir de foto-collages, el escenario luctuoso donde sucedió el trágico hundimiento del ferry M/S Estonia (1994), para señalar el inevitable y paulatino desprendimiento del recuerdo que pierde permanencia y se diluye por efecto del tiempo. Rojas habla del duelo, de la desaparición a través de la ficción en paisajes que están tan lejos como cerca de nuestro inconsciente, pues la frustración e imposibilidad por mantener la memoria es una preocupación general, de allá y también de acá. Donde la desaparición de las personas y sus despojos es una práctica que fue adquiriendo formas y técnicas que, entre otras tantas, hicieron de los ríos tumbas inciertas desde donde Felipe Romero Beltrán, pregunta por la memoria de los desaparecidos. Perdidos temporalmente en sus profundidades, fueron devueltos para testificar el horror de un conflicto que no ha terminado y no se define en una sola o determinada vertiente. En Magdalena, Romero Beltrán hace un acercamiento fotográfico a las corrientes en las aguas de un gran río que, en contradicción a la tranquilidad superficial de imágenes rítmicas y monótonas, grita, se manifiesta y no se queda con nada. La verdad, sin embargo, subyace en las profundidades y Manuel Correa a través de su trabajo en video nos enfrenta al esfuerzo de diversos actores por sacarla a flote. En La forma del presente, la realidad compleja de la memoria y la reconstrucción histórica es abordada desde una visión panorámica del conflicto. Esta fórmula no es simple ni unidireccional, así como son efectos y no causas las categorías de víctima y victimario. De esta manera a través de entrevistas y diversos ejercicios de reactuación, de narrativa y de registro que culminan alrededor de un grupo de mujeres que encuentran una forma directa de conectarse con los posibles asesinos de sus hijos desaparecidos, Correa pone en práctica esta búsqueda tan importante para Colombia en este mismo momento.
Aislamiento
Una mirada desde el aislamiento, el desconocimiento, el olvido, la soledad, la alienación y la incertidumbre, desnuda los frutos del carácter de las relaciones en la actualidad. No es de extrañar que el abandono social y político sea, también, efecto de este tipo de sociedad que margina a aquellos que por su condición no sirven a su dinámica y se consideran una carga. Diego Trujillo, en Toda la esencia de lo que soy —mediante un ejercicio poético, delicado, cercano a la transcripción— realiza dibujos de tradición hiperrealista que permiten leer los relatos de Ana, una anciana internada en un asilo, que dibuja con palabras en un diario con el que se resiste a olvidar y ser olvidada. Si en la búsqueda de concordancia entre lenguajes, experiencias y contextos Trujillo, recurre a una especie de transcripción, en Vieras mies tuli taloon Juana María Bravo en un ejercicio que denomina de transliteración, aborda lo desconocido, lo lejano y lo extraño. Dos mujeres, cuya lengua madre es el finlandés, leen Vieras mies tuli taloon de Mika Waltari (1937) ("Un extraño vino a la casa"), un libro representativo de la literatura finlandesa. Es así como Aino desde Bogotá, y Marleen en Helsinki, se encuentran desde lugares distintos en idioma, cultura y ubicación para proponer una narrativa sutil, desestabilizadora, ambigua y poética, que se va desenvolviendo entre la ficción que narra la historia y conecta la realidad de los contextos desde donde se relata.
Enajenación
En contraposición a la premisa de Platón “conocer es recordar”, la inmediatez de las relaciones, su temporalidad y la constante renovación de valores de consumo con respecto a las emociones, hace que “sustituir para continuar” sea el estandarte de nuestro tiempo. Además, la agobiante realidad de la vida urbana impulsa la enajenación y se dan las condiciones para que se establezca la íntima relación que transforma a las personas en posesiones de los objetos que consumen.
En la obra Soliloquio, Carolina Díaz Garavito asume el despecho, a partir de indagar sobre el amor como objeto de consumo, constructo social y cultural sobre el que incesantemente se promueven formas de sentir, reaccionar y pensar para fijar, desde el modelo del amor “de película”, patrones de conducta, aparentemente auténticos, manifestaciones estandarizadas, ficcionales, predecibles y pertinentes a la sociedad de consumo que anticipa y complementa los escenarios posibles con sus múltiples productos. Por otro lado, hay posiciones artísticas que buscan darle, con cierta ironía, la vuelta al pesimismo y nostalgia de otros y otras. En Sobreviví, Andrea Galindo, vestida como Woody, el vaquero de la película Toy Story, recorre las calles de Bogotá, inciertas e inseguras, mientras canta la canción I will survive, el gran hit de Gloria Gaynor. Errática e incómoda exhibe su fragilidad vestida como un personaje que a la final es un juguete más en el mercado, en el que ella, como otros, se ha proyectado; pero también, apasionada y alegre, nos deja saber generosamente sus deseos y debilidades.
La búsqueda incesante de placebos y distracciones, no sin redención y no sin placer que estimula esta inagotable y copiosa invasión de objetos que emergen de un mundo caótico y alienado, se sustenta en Estudio sobre el fin de las cosas del Colectivo Monómero conformado por Dayana Camacho y Johan Samboní. A partir de la exploración plástica de objetos ordinarios y de mala calidad, que pertenecen a la cultura material propia del sistema económico neoliberal, obtenidos a través del consumo de las mercancías de tiendas del tipo “todo a mil y dos mil”, Monómero somete los objetos a procedimientos pictóricos y escultóricos que buscan ahondar en su naturaleza y en el sentido de su existencia. De esta manera, proponen una revisión de carácter arqueológico de los objetos del presente, especulan alrededor del contenido simbólico de estas mercancías con relación a su país de origen (China) y plantean que toda producción material tiene un contenido simbólico subyacente a la cultura en la que se enmarca dicha producción. Desde esta óptica, y asumiendo que aspectos particulares de nuestro conflicto, que por ser reiterados y repetitivos, han mutilado progresivamente nuestra capacidad de asombro, nos han hecho inmunes al dolor, demasiado tolerantes, proclives a olvidar y sobre todo superficiales e inconscientes, Tatyana Zambrano con humor amargo y sarcástico presenta Fashion en la selva, una serie de piezas de joyería con las que experimenta con el fetiche del style guerrillero y la moda, para señalar la deshumanización y el escenario de frivolidad que absorbe todos los ámbitos sin importar su trascendencia.
En el marco de esta sociedad ávida y sumergida en este capitalismo voraz, el deseo de movilidad y ascenso social y económico se define por alcanzar y mantener una amplia capacidad de consumo como metas que se nos han impuesto. Las leyendas en sitios donde el dinero y el poder están mal distribuidos se alimentan de las historias de jóvenes deportistas que noquearon fulminantemente a la pobreza. Más dura será la caída del colectivo LFB (Luis Felipe Barreiro, Luis Felipe Bonilla)plantea, con la intervención sobre una lona que fue usada durante ocho años por una liga de boxeo, el escenario de la lucha donde se debate ese choque de fuerzas opuestas, como en una fórmula física, en el que una neutraliza a la otra y el knockout hace posible el tan anhelado ascenso superando así al vórtice, ese agujero negro que tal vez como un oscuro presagio señala el espacio donde quedan atrapados los que no lo logran.
Explotación
En el marco de una sociedad capitalista y globalizada, actividad e inactividad son recursos que invitan a los artistas a generar atmósferas, acciones, situaciones, escenografías o espacios de interacción para reflexionar sobre el trabajo en la incesante dinámica productivista y de consumo. ¿Es el sistema, una máquina voraz que instrumentaliza, consume, deprecia y degrada las relaciones entre las personas y a la vez entre estas y la naturaleza?
Con años de atraso en el reconocimiento de los trabajos domésticos como actividad laboral, Manuela M. Besada-Lombana nos pone en contacto con la complejidad de lo normalizado y lo permisible. En Problemas de estructura expone las convenciones arquitectónicas de distribución del espacio que dejan en evidencia los juegos de poder en las dinámicas de clase y de género ejercidas tradicional y sistemáticamente sobre las trabajadoras domésticas en el seno de muchas familias colombianas. En una línea afín, Martha Lorena Parada Mendoza en Ejercicio de maquina dispensadora de alimentos, combina la performance, la instalación y la escultura para reaccionar a la automatización y señalar la despersonalización y la destrucción de la identidad en las relaciones de intercambio con los otros, en el contexto de la producción en masa mecanizada, el mercado y el trabajo.
A partir de una actividad aparentemente ociosa, Guim Camps pone en evidencia la situación actual del trabajo en el contexto de la estructura capitalista con Sindicato Virtual de MODS Latinoamericanos. El trabajo da cuenta de una sociedad postindustrial, neoliberal, global y colombiana también, en la que personas con grandes capacidades y talentos, son insertadas en breves tramos de la cadena de producción bajo condiciones de discontinuidad e incertidumbre que reflejan la subvaloración, el descarte y la sustitución como los valores que la dominan. En concordancia con esta visión, Sergio Galvis rescata en Nexo cualidades, atributos y posibilidades en elementos usualmente descartables que son resultado de errores en las líneas de producción. En lo que sería una grieta del sistema, para restablecer la conexión entre el crear y el hacer como sentido de realización del ser humano en la manifestación de sus capacidades intelectuales y físicas, se crea un contraste con la visión fragmentada y desconectada que promueve la división del trabajo bajo la sombra del sistema de producción capitalista.
Depredación
Este lado arriba de Eider Yangana, aborda la frontera entre la dinámica cíclica, paulatina y equilibrada de los procesos naturales y la dinámica de los procesos industrializados, que de la mano de la tecnología y con base en la creciente demanda, aceleran y modifican la naturaleza. Yangana, que procede del resguardo indígena Yanacona de Rioblanco Sotará, ha estado interesado por explorar los límites de las manifestaciones de la actividad humana en relación con el entorno natural. No es de extrañar que problematice los órdenes y plantee un giro en las jerarquías, al sugerir que la transformación industrial de la materia no es un evento aislado a la afectación progresiva de nosotros mismos.
El panorama que describen los artistas con respecto a la naturaleza es sombrío. La modificación y explotación indiscriminada de los recursos viene sucediendo hace años y continúa a pesar de predicciones que no son aceptadas en un insólito y destructivo intento de lograr que las leyes naturales se ajusten a las convenciones, conveniencias y legislaciones humanas. Para Natalia Mejía Murillo el influjo de eventos celestes es el referente primario. Están presentes antes que todo e influyen en todo lo que la actividad humana pueda producir. Palimpsesto nos remite, desde la superposición del plano celeste y el plano terrestre, a concebir desde una mirada más amplia, sin perder de vista el cielo y el espacio, los modos de mirar y habitar la ciudad para entenderse y ubicarse con respecto a ellos, en tamaño, en escala, en cantidad. Asociando el orden cartográfico a la posibilidad de ubicarse, en un territorio confuso y caótico.
En una visión simple e inquietantemente catastrófica, Linda Pongutá presenta en su proyecto Alrededor del sol, hojas vegetales que se ocultan detrás de otras más pequeñas y a las que están adheridas por un elemento oscuro, viscoso, extraño e invasivo que produce una imagen impactante que abarca y pegotea la superficie de las hojas y parece predecir su destrucción. Es así como Pongutá acerca materiales vivos e inertes buscando nuevas formas. En sus propias palabras: “…una sustancia viscosa producto de la destilación de alquitrán y materia orgánica, es un nuevo organismo pesado y en deterioro, emergiendo.” Inspirada en la economía e imaginario popular, Pecera es un paisaje polar rodeado de jugo artificial de naranja, que el colectivo Villamil & Villamil (Sebastián Villamil y Felipe Villamil), ofrece a los espectadores en un ejercicio simple, cotidiano, que, a modo de experimento básico, hace posible plantear una metáfora en relación a las dinámicas de consumo, clima, descongelamiento y destrucción paulatina de la naturaleza que sustenta la artificialidad de la existencia del hombre contemporáneo.
Precisamente, el devenir del medio ambiente en un mundo que se concibe antropocéntrico permite a Cristina Figueroa cuestionar las contradicciones de este orden abogando por una visión que podría subvertirlo. Con su obra, La montaña adentro (respiración) reacciona a la visión estática de la naturaleza que facilita su degradación. Su discurso narrativo recurre al paisaje, para relacionar el proceso de la respiración, acción vital común de los seres vivos (de los espectadores), a los procesos intrínsecos de los vastos sistemas naturales: dinámicos, ininterrumpidos, cada uno a su ritmo, en relación con el otro y de acuerdo a su proporción. En Zaratán Gabriel Hernández Serrato, le sigue la pista desde una visión ficticia al Zaratán, descrito en el “Manual de Zoología Fantástica” de Jorge Luis Borges para dar lugar a la reconstrucción de mitos y otros imaginarios culturales, mediante diversas piezas y documentos que congelan e inmortalizan los acontecimientos; a la vez que testifican su veracidad, se cuestiona incluso el papel de estos objetos como piezas de representación. La obra se concentra en la concepción de la naturaleza que se impone sobre la historia, las obras y todo tipo de intervenciones humanas, como el centro de todas las cosas del que depende, de manera absoluta, todo su devenir.
Expolio
El alarde de las riquezas de un mundo desconocido, exuberante, primitivo y por ende incapaz de valorar y dimensionar el potencial de sus producciones, fueron pilares de los argumentos que justificaron el abuso, el expolio, el saqueo y el tráfico de piezas patrimoniales entre potencias que privaron a los países de origen de fundarse y formarse en relación a sus bienes históricos y culturales. Julián Santana, con una serie de piezas audiovisuales, construye una reflexión crítica sobre la tradición colonial de las exhibiciones europeas que se plantean junto a las piezas de herencias culturales saqueadas. En El dilema de Preuss es el monumento a Humboldt, Santana nos conduce a los principios del Siglo XX, a las acciones del etnólogo alemán Kart Theodor Preuss quien se llevó en 1921, entre otras cosas, una serie de piezas arqueológicas de la cultura agustiniana. Estas piezas, que actualmente están en la colección del Museo Etnológico de Berlín y serán exhibidas próximamente como parte del Humboldt Fórum, han avivado el interés del gobierno de Colombia en demandar que piezas como estas regresen al país. Según Santana: “La fragmentación entre patrimonio material e inmaterial y la necropolítica en la cosmovisión etnológica-museal, son eje central de este proyecto”. Por su parte, Juan Covelli conmemora al Museo de Warrington en Inglaterra para reflexionar sobre su colección y con How to dust the surface extiende la noción de lo real a la reconstrucción virtual que, aunque ficticia, intenta hacer justicia, reflejar verdaderos valores éticos e históricos y generar reflexiones sobre las piezas sobre las que interviene. A través de estas ficciones antropológicas e historiográficas, da cuenta de una constante de saqueos en varias naciones y muestra cómo la apropiación de símbolos es lo que sigue alimentando el ego de los países desarrollados.
Desde otra óptica, Julian Dupont se ubica en el horizonte, aún vasto de riquezas naturales, para señalar que el saqueo y la perversión de lo simbólico han debilitado la cosmogonía de pueblos nativos. En Arqueología del bunker hipervisible, presenta una serie de trece costalillas “de habitual uso militar” rellenas de hojas de coca. Sobre las costalillas se han pintado, en acrílico, diversos motivos gráficos, palabras y textos que aluden a un mundo saturado de imágenes. Dupont incluye en el texto sobre este trabajo un reclamo de Luis Yonda, médico tradicional Nasa Yuwe, en relación a la civilización occidental, quienes según él, perdimos un (el) tesoro y no terminamos de darnos cuenta, de entender que en esa posible pérdida de los códigos sagrados en relación al conocimiento —que hacía posible una comunicación con la naturaleza, con nosotros, con los tiempos— estaba realmente nuestra posibilidad de un futuro y un presente de pensamiento, conocimiento y conciencia, para terminar afirmando (y reclamándonos) que ellos nunca perdieron esa conexión.
Indiferencia
En Colombia, la palabra territorio es sinónimo de conflicto. No es extraño que un mismo espacio geográfico haya sido, en poco tiempo, objeto de redefinición, redelimitación y redistribución. Coinciden todo tipo de fórmulas de organización y explotación que se validan a partir de una amplia variedad ideológica, no unificada de criterios que buscan imponer quién tiene derecho a ocupar y explotar la tierra. Un padecimiento continuo e interminable de confrontaciones que dan origen a nuevas variedades de fenómenos que se han madurado en la realidad confusa de un entorno ambiguo que hasta ahora ha sido incapaz de resolverlos. Susana Ordoñez expone la cotidianidad de la violencia en Cali, la ciudad que encabeza la lista de las ciudades más violentas del país. En Sugarcane Guns, modelos de armas, que se actualizan cada año de acuerdo a las estadísticas, son realizados en panela, el producto de la canasta familiar común en los estratos más bajos de la sociedad. Los mismos estratos que reportan la mayor cantidad de víctimas por efecto de la violencia que azota a la realidad urbana. Para Ordoñez, subyacen en este escenario las consecuencias adversas de la expansión de la industria, el monopolio y el monocultivo para la biodiversidad, el medio ambiente y la población.
Insensatez
Las nuevas tecnologías y sus políticas están permeando aspectos frágiles de nuestra vida biopolítica y cambiando lo que muchas veces se pensaba como estable en la soberanía, relativo a un territorio y al concepto de estado-nación. Juan Pablo Pacheco propone, en Democracia Líquida, un set ficticio de publicidad institucional gubernamental en el que dos actores, con los términos y los tonos propios de estos espacios normativos, reactúan para explorar y especular sobre el panorama futuro en la era digital. De esta manera Pacheco devela las estrategias de poder que permiten dictar el rumbo de las masas en espacios distópicos y tecnocráticos.
En La repetición es sólo una estrategia, Esteban López Escobar aborda la homogénea transformación arquitectónica de las ciudades latinoamericanas que desde el modelo habitacional que se hizo común en los contextos urbanos, dio espacio al crecimiento y la modernización de la mano de los diversos gobiernos que hicieron de estas estructuras los símbolos de sus ideologías y apuestas de progreso en un mundo desconectado y desinformado. Por su parte, Maya Corredor, relaciona la repetición a la presencia misma del líder. En Alteraciones en la superficie las imágenes de personajes de la política se reafirman simbólicamente y son reconocibles a partir de la adopción sistemática de guiones iterativos de comportamiento y comunicación no verbal. Al extraer estas imágenes del contexto desde donde ostentaban su poder e intervenirlas en tinta y collage, se redefine su presencia y se deja en evidencia su artificialidad.
Curaduría: Helena Producciones (Wilson Díaz, Ana María Millán, Claudia Patricia Sarria, Andrés Sandoval Alba y Gustavo Racines)