Plan de ordenamiento de economía informal
Claudia Patricia Sarria
La preocupación de los gobiernos, en países como el nuestro, por el desarrollo estético de sus ciudades es una de las manifestaciones más palpables de la problemática que genera un sistema económico en el cuál la superposición de lo privado sobre el interés público es evidente, sobretodo porque esta situación se materializa en el espacio en el que convergen mecanismos de producción y organización social que basan su crecimiento y consolidación en un falso progreso colectivo, en el que a los ciudadanos se les priva u ofrece parcialmente lo necesario, y en contraposición se les brinda lo que realmente no es prioritario.
Un país cuya estructura económica posibilita y alienta la toma de decisiones gubernamentales que no corresponden con las expectativas económicas, laborales, demográficas, educativas, sociales de la gran población sino que se concentra en el favorecimiento de una minoría propia y extranjera que ostenta el dominio del capital, necesariamente genera fenómenos sociales, formas carenciales en diversas manifestaciones: informalismo laboral, piratería, indigencia, mendicidad, prostitución, etc., que hacen patente el fracaso del sistema en cuanto a equidad tanto en la distribución del ingreso como de las oportunidades de realización social.
Las características que el sistema imprime en la organización social quedan plasmadas en la estructura física, la concepción del espacio público y en la distribución del territorio de las ciudades. Cada zona está visiblemente diferenciada de otra por condiciones físicas y de calidad de vida, el cuidado de la ciudad queda circunscrito a determinadas partes de ella, el resto se mantiene en estado de abandono. Así la ciudad siempre mostrará dos caras que hacen que los antagonismos sean mas patentes.
Tener una ciudad que represente una sociedad productivamente dinámica, organizada, contemporánea y solidaria es la meta de los gobiernos, la ciudad desde esta óptica, debe presentar una apariencia feliz y agradable que esté acorde con las iniciativas de administraciones “comprometidas” con el mejoramiento del nivel de vida de los habitantes mediante reformas de mejoramiento físico. Sin embargo este compromiso es cumplido sólo para los sectores más representativos turística, estructural, administrativa, residencial o financieramente, convirtiendo un gran problema social en una preocupación meramente estética. La ciudad, entonces, gradualmente es sometida a mejoramientos y planificaciones funcionalistas, estéticas y técnicas, pero los verdaderos efectos que inevitablemente emanan de un sistema anómalo, coexisten paralelos a esas meticulosas medidas de organización, efectos que al no poder ser resueltos, se excluyen, se ocultan y contra los cuales se legisla para poder contenerlos.
No obstante, las áreas de florecimiento urbanístico, turístico y económico de las ciudades constituyen un campo concurrido de interacción y consumo en el que los negocios ambulantes o un servicio informal a tiempo, encuentran su razón de ser.
Tenemos ciudades que se están desarrollando arquitectónicamente con ambiciosas y audaces soluciones de ingeniería, con políticas del espacio público que aseguran la comodidad de sus habitantes con políticas económicas prometedoras y otros tantos aspectos urbanísticos que nos posicionan gradualmente como constructores o modificadores de ciudades a la vanguardia, pero de un país pobre que aún no ha podido asegurar calidad de vida para todos en sitios que no estén privilegiados para unos cuantos sectores.
Teniendo en cuenta que los problemas de nuestro entorno se están manejando desde lo estético, mi labor productiva como artista la he encontrado en plantear soluciones esteticas (¿ficticias?) que aseguren la comodidad de todos nosotros, escojo un sector “problemático” para la ciudad y diseño para ocultar o modificar el aspecto negativo que ese sector representa para el aspecto de la urbe.
La idea es materializar el tratamiento que una sociedad como la nuestra, no sólo en términos gubernamentales, también individuales le dan a este tipo de problemáticas. De ahí nace nuestra empresa (también es tuya): Nuestra filosofía ante el diseño de elementos de equipamiento urbano, es hacer de la ciudad un espacio ordenado, limpio, agradable, seguro con planificaciones prácticas y efectivas, ante todo, comprometidos en el uso racional del espacio público.
Creamos mobiliarios útiles, que estén al servicio de la comunidad y se conciban a partir de la observación y la atención de sus necesidades y requerimientos. Las circunstancias afortunadas o desafortunadas que en algunos casos plantea el entorno y son susceptibles de ser estéticamente mejoradas. Dentro de esta gama de posibilidades, valoramos el espacio urbano, diseñando equipamientos exclusivos de acuerdo a la situación particular de cada espacio público entendido como el más importante ámbito de intercambio social y humano. Es así como su implementación le da una particular identidad urbanística a cada lugar en donde son instalados sin que atenten contra el espacio público y su creciente contaminación visual.
Claudia Patricia Sarria